Julia Guarino Fiechter

Julia Guarino nació en el pueblo de Éboli, en Salerno (Italia) el 17 de julio de 1897. A principios de siglo, su familia se instaló en Uruguay por el trabajo de su padre, veterinario de profesión, contratado por la empresa Liebig (Fray Bentos). Julia era una niña cuando subió al barco junto a sus dos hermanos y su madre, camino a un nuevo país y continente, donde sin saberlo, marcaría la historia como la primera arquitecta recibida del Uruguay. 

Culminados sus estudios preparatorios y siendo adepta al dibujo y las matemáticas, decidió estudiar la carrera de arquitectura, apoyada por su padre, quien en muchas ocasiones debía acompañarla e irla a buscar a la casa de estudios. Comenzó a asistir a facultad en 1916, luego de renunciar a la ciudadanía italiana, nacionalizándose uruguaya. Se recibió en 1923, con notas sobresalientes y gracias a un permiso que la eximía de tener que permanecer en el recinto educativo durante los famosos esquicios de veinticuatro horas, pudiendo realizar las tareas en su hogar. Se convirtió entonces en la primera arquitecta del pequeño y pionero país. ​

El título expedido la nombraba como arquitecto y la revista Arquitectura, la revista especializada de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay (SAU) se refirió a ella como “señorita arquitecto” con motivo de obtener el segundo puesto en el concurso de anteproyectos para el Frigorífico y Matadero Municipal con el proyecto “Itazú” junto a su hermano, el Ing, Agr. Arturo Guarino y el Ing., Mec. Walter Asper, entre más de 30 presentaciones. A pesar de esto, Julia firmó sus obras como “arquitecta”, grabado que aún puede leerse en algunas de sus obras, como Domus Emilia, su propia vivienda en el barrio Atahualpa o el edificio ubicado en la esquina de las calles José Enrique Rodó y Arismendi, ambas en Montevideo. 

Antes de obtener el título de grado, en 1920, ingresó como dibujante en la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas, donde desempeñó diversas tareas hasta ocupar el cargo de subdirectora, permaneciendo en el puesto hasta entrados sus 70 años, a pedido de la propia institución.

Fue socia fundadora e integró la Directiva, junto a la Doctora Paulina Luisi, de la Asociación de Mujeres Tituladas de la Universidad de la República (ATMU -1935), asociación que estudiaba y proponía soluciones a problemas de salud pública y bienestar social, vida cultural y el entendimiento internacional para la defensa de la mujer trabajadora, así como el papel que la mujer universitaria debía ejercer en la sociedad, representando al país en el Congreso de París de 1958. 

Ese mismo año, viajó becada a Italia, con la misión de ocuparse de la asistencia infantil en casas cuna y de adolescentes con problemas. Volvió a Italia en reiteradas ocasiones, tanto para visitar a su familia, como por motivos laborales. Al día de hoy, los descendientes mantienen relación con la familia uruguaya, quienes desde Salerno, se encargan de difundir también el legado de la primera arquitecta titulada del Uruguay.